Lessventuras de GIA AZJE

Rainbow adeventures con mucho glam y glitter

3.7.07

El show está a punto de empezar

18 de Junio
El sueño se cumplió, ver cantar a los Timbiriches en concierto. Bueno! Unos añitos más pero finalmente el deseo se realizó por fin.

La historia comenzó allá por los años ochentas cuando era una completa mocosa. Mi bello padre, al regreso de uno de sus tantos viajes, nos tenía preparados varios obsequios; por fortuna a mi tocó lo que por aquel entonces era un acetato (disco grandote, LP ó como quieran llamarlo). Como estaba envuelto en papel de regalo, la verdad creí que su contenido era algo digno de unos padres culturosos: música clásica ó algo muy cercano a eso, pero no, al desgarrar el papel me encontré con la fotografía de un grupo de niños, los cuales, todos poseían un instrumento musical; el nombre de la agrupación era LA BANDA TIMBIRICHE.
Aún recuerdo haber acariciado el acetato como si fuera una imagen religiosa, es decir, para los que no entiendan mucho mi pasado infantil, aquello era como entrar en la onda moderna; mis papiringos son absolutamente cultos y por lo tanto permitirle a una de sus hijas acceder al universo “de la moda popera” se convertía en un hecho difícil de creer para sus convencionalismos ideológicos.
En fin, fui muy afortunada en recibir el dichoso regalo. A diferencia de mi hermana menor Alex, ella miró con cierto recelo mi magnánimo obsequio, de lo cual aún no me lo perdona. Al parecer, si la memoria no me falla, a la hermanita le tocó una muñeca de trapo, claro, de buena calidad, en esos días todavía no existían los productos chafas o pirateados por los chinos.
Con todo eso, mi hermana dejó aun lado la muñeca, cual muñeca fea que lloraba por todos los rincones y corrimos las dos como endemoniadas hacía el reproductor de acetatos. Creo que mi padre en cierta forma se arrepintió de haber hecho intrépido obsequio; su par de hijitas escucharon una y otra vez, hasta la saciedad, la música de Timbiriche.
Desde entonces los timbiriches se convirtieron en mi anhelo. Uno a uno, fui exigiendo que me compraran los discos que la lanzaba en determinadas temporadas LA BANDA TIMBIRICHE. Al percatarse los padres de mi fanatismo -pues no sólo fueron los acetatos, sino también las revistas, camisetas, gorras y demás suvenirs- optaron por establecer un mañoso convenio con su pequeña hija. Todavía recuerdo nítidamente, como si fuera un estrado de acusado, la forma en que mis lindos padres me sentaron a la cabecera de la mesa y me dijeron: De ahora en adelante, si de verdad es que amas tanto a los timbiriches, tendrás que ser tu la que compres lo que quieras de ellos. Zumbales!! Mis domingos si apenas me alcanzaban para comprar dulces, ahora imagínense lo raquítico que se mostraba el llegar a comprar los objetos tan deseados.
No me di por vencida, les armé tremendo berrinche que todos los vecinos, estoy segurísima, creyeron que mis padres me estaban propinando una golpiza; simplemente mis progenitores no me pelaron, dejaron que berreara, pronunciara mis primeras palabras en chino-mandarín y por poquito les plantó una marcha de huelga con todos mis osos de peluche, pero finalmente no accedieron.
Al ver que mis actos no conseguían su objetivo, me las ingenie y prepare un plan de negocios; se avecinaba la salida del Disco 7 (mejor conocido como el LP Azul) y yo debía de hacer algo muy pronto para tener la lana suficiente y así poder comprar el disco mencionado. El primer paso era ahorrar resignadamente todos mis domingos; me abstuve de comer chicles, paletas y chile piquín, gorreándoles los dulces a mis primos. El segundo paso fue recurrir a la buena samaritana de mi abuela para pedirle un pequeño préstamo y comenzar con la producción de paletas de hielo. Una vez teniendo los risibles cincuenta pesitos de aquel entonces, me lancé al almacén, compré una dotación de sobrecitos de TANG de todos los sabores y colores, un kilo de azúcar, una bolsa de palitos de madera y hasta me sobraron como cincuenta centavos que obviamente metí en mi cochinito panzón. El final del proceso consistía en desempolvar los moldes de plástico que estaban en la bodega y ponerme a la tarea de producir las paletas de hielo.
Claro que por supuesto fui objeto de burla de mi hermanita Alex. Ja ja ja ja ya te imaginó con tu carrito de paletas gritando como loca: Paletas! Paletas! a peso las paletas!. Hice caso omiso de sus comentarios mal intencionados y le planté una carota con ojos furiosos. Que chistosita! Luego no vengas a pedirme que te preste el disco de timbiriche. Inche escuintla!
Como buena innata empresaria, hice uso de las herramientas publicitarias, en este caso pegando en la ventana que daba a la calle, un cartel con letras grandotas y vistosas que decía: SE VENDEN DELICIOSAS PALETAS DE HIELO.
Pasaron dos días para que el primer cliente llegara, el clásico vecinito regordete que siempre lleva comida en sus bolsillos. Era temporada de verano y el calor empujaba a satisfacer la sed, así pues, vendí por primera vez una paleta sabor piña. Que satisfacción sentí al ver relucientemente los dos pesos en mis manos, una dicha que se repetiría gracias al vox populi del vecinito regordete; tiempo después me enteré que el famoso niño cacheteaba las banquetas por mi personita. Gracias vecinito, eres todo un amor!
En el transito de tres semanas ya había pagado mi deuda con la abuela y pude reinvertir en tres producciones más. Finalizando el mes, mi cochinito panzón contaba con la prodigiosa y fabulantastica cantidad de $979.30 pesos. Demonios! aún faltaban $520.70 para completar la cifra total. Ni el trabajo arduo como hormiguita obrera, ni los domingos ahorrados me permitirían complacer mi deseo de comprarme el LP Azul.
Ahhhhh!! Ahhhhh!! Bua! Bua! Como era de esperarse paso la apertura de venta de los discos y yo sólo pude resignarme a escuchar por la radio las nuevas canciones de los timbiriches. Cual culebrón y con toda la intención de BESOS DE CENIZA, mi vida se convertía en la mismísima melodía de ROMPECABEZAS …
Quién decide el final de la novela (en las voces de las chicas timbiriche)
Puede que sea el amor (en las voces de los chicos timbiriches)
Puede que sea! (ahora todos juntos)
Me parece que algo empieza a bullir en mi cabeza (Paulina haciendo un solo, con su característica y deliciosa voz ronca)
Algo nuevo (todos juntos una vez más)
Como un fuego, algo dentro se acelera (entonada por Eduardo Capetillo)

En fin, antes se los había mencionado, realmente era una total fan de Timbiriche y conseguí apaciguar mi ansiedad grabando las rolas que reproducían en la radio.
Y bueno! La historia es muy larga. Un año después, una amiga de mi mamá que para ese entonces era una jovencita, la cual laboraba como apuntadora en los conciertos de opera que mi madre realizaba, se hizo también mi amiga; todo indica que le simpatizaban mucho mis par de coletas bailadoras. La amistad fue muy productiva; cierto día, ella sabiendo de mi fanatismo por los timbiriches, me regalo su cassette original del LP 7, el LP azul que tanto había deseado.

Esa y otras cosas más, como vender paletas de hielo, sobres de carta con dibujos personalizados, lavar coches y demás, tuve que realizar para poderme comprar el Disco Rojo (LP 8 y 9 conjunto).

Hace unas semanas, concretamente el 3 de Junio de este año, mi sueño de verlos cantar en vivo se hizo realidad, todo gracias al Racimo de Estrellas que me regalo un par de boletos para este reencuentro que parece ser último.
En el concierto, antes de comenzar a entonar LA VIDA ES MEJOR CANTANDO, Sasha dijo unas palabras que se me han grabado en la memoria; decían algo así: Gracias por estar siempre con nosotros, por dar tu primer beso, por enamorarte, por jugar, por anhelar siempre estando nuestra música presente. Creo yo, Sasha tiene muchísima razón; todas las canciones de Timbiriche se convirtieron en una especie de soundtrack de distintas etapas de mi vida. Y bien! debo decirles que indudablemente LA VIDA ES MEJOR CANTANDO y que esa canción es mi favorita.

La onda de este post era contarles como cada canción timbirichesca marco distintas situaciones y anécdotas pero al parecer me desvié mucho del camino; total, otro día se las cuento. Hay para largo y tendido.

Etiquetas: