Lessventuras de GIA AZJE

Rainbow adeventures con mucho glam y glitter

3.2.07

Recuerdos (parte 1)

El otro día me encontré con una graciosa colaboración que escribí en RAZA ROSA, podría decirse que es mirar a través de la ventana y observar como la Srita Az (ahora ya sólo puedo mencionar mi primer apellido ... esa es otra historia) fue dando sus primeros pasos hacía el mundo del descubrimiento Lencho. Bien!! ... espero que les guste y se diviertan tanto como yo.
Agosto 13, 2006
Recuerdos entre los desafinados violines
Por alguna rarísima coincidencia, al iniciar mi pubertad, se me pego la manía de escribir mis memorias chocarreras e intimistas en un diario. Con forme ha pasado el tiempo se han ido acumulado los cuadernitos; cual fue mi sorpresa (entre risas y lloriqueos) que al ir revisando cada uno, resulta que ya desde ese entonces tenía cierta conciencia de mi naturaleza lencha. Aunque en la práctica salí del closet hace menos de tres años, también tengo recuerdos infantiles donde prefería contemplar la figura esbelta de las Barbies que jugar con ellas. En esta ocasión me referiré al descubrimiento en las páginas de mis Diarios.
Entre todas esas remembranzas, hallé una fecha donde escribí, diciendo que me sentía extrañamente enamorada de la suplente de la maestra de matemáticas. La mujer (que parecía una muñequita de porcelana) me triplicaba la edad pero eso no me impedía fantasear con sus piernas y labios. Finalmente haciendo una reflexión escrita, traté de auto convencerme de que aquel esporádico enamoramiento se me pasaría sin hacer nada como lo hacen los políticos cada seis años; así que hojas más adelante confesé estar enamorada de mi profesor de Ciencias Sociales (jajaja) Error 1!!! Nada ni nadie puede quitarte lo lencha (ni las tapaderas de tupperweare).
Después, entre las páginas del cuadernillo, encontré una desgastada carta que me había enviado una compañerita de la secundaria. Toda ella (la carta) derramaba letras rainbow. En ella me decía que yo era una de sus mejores amigas y que como yo no había otra niña tan especial. Fácil de entender, me hallaba en el mejor semillero de propagación lencha, es decir, mi escuela era de puras niñas, por lo tanto el orden de los factores no altero el producto. La dichosa cartita se convirtió en un amuleto pues la llevaba a todas partes y la ocultaba de bajo de mi almohada por las noches para soñar quien sabe que cosas. Aunque en la vida cotidiana y escolar, la compañerita no era de mis mejores amigas y rara vez cruzábamos palabra, si teníamos una relación algo su generis donde nuestras miradas lo expresaban todo. Así pasaron largos meses hasta que me decidí tomar valor para entablar una charla más seria y hablar de lo que nos estaba sucediendo (Ja, inocente puberta!). El día escogido para el acto valiente fue en la kermés del aniversario de la escuela. Aquella tarde me puse mis mejores trapos de moda noventera (como los que se ponía la Pau en sus épocas de Timbiriche), convencí a mi papá para que me llevará en su coche y al llegar la busque entre toda la gente. Mi corazón latía como tambor africano, los nervios los derramaba en sudor en las manos pero ninguna de mis amiguitas se percato de mi estrés lencho. Finalmente la niña llegó forrada en características bugas pues para mi desgracia iba acompañada de lo que entendí era su novio. Toñ!!!!! Obvio, mi corazón viajo a ingesulandia. Error número 2!!! Hay que ir al grano cuando se ponen en charola de plata.
Más adelante tropecé con otra anécdota lencha. Esta fue en mi etapa preparatoriana, la época más buga que he tenido. Resulta que en un evento ceremonioso y de cache social ocurrió el acercamiento más hornie que he tenido con una adulta despampanante. Como casi siempre ocurre, entre el desgano y hastío, mi madre me convenció para que fuera a uno de los tantos homenajes que le han hecho a mi abuelo. Me puso un vestidito negro con flores rojas, zapatillas coquetonas e hizo que me peinara muy a pesar de mi contra. En el evento oficial, después de saludar con simpatía (antipática) a todo el clan social y artístico, creí que me moriría de aburrimiento tomando vasos de refresco y escuchando repetidas frases barberas de alusión por logros que no eran míos, sino de mi queridísimo abuelo (ahora entienden porque me chocan esos eventos); así que con resignación, esperaba el termino del festejo y cuando me dispuse a salir al jardín para fumarme un cigarro (claro que por supuesto que a escondidas!!!), mi madre me intercepto pues quería presentarme a una violinista talentosa que había conocido en uno de sus viajes a Michoacán. Acto seguido, me imaginé a una señora aburrida entrada en los años de la senectud, pues no, todo lo contrario, era un mujerron (como el vino tinto que espera su tiempo). Alta, piel morena, cabello negro, ojos color miel, buenas curvas. Vestía un traje blanco con blusa azul que le hacia resaltar sus encantos. Ella se había percatado de mi intención por fumar (de mi bolsa -abierta- se podía ver la cajetilla) y a solas (pues mi mami estaba en otro grupo charlando) me ofreció un cigarro. Wow! Estaba boquiabierta y sorprendida. La mujer era muy elocuente (nada que ver conmigo). Me pregunto por mis actividades escolares y por mis próximas aspiraciones universitarias. Como estaba bastante nerviosa, la risa fue un buen recurso que utilicé para sacar la totez y no sé a ciencia cierta (si era parte de su experiencia lencha) que me invito a salir al jardín para que viera la arquitectura “art novou” del edificio. Estando afuera y platicando de otras cosas banales, el mujerron comenzó a enseñarme como se debe tomar de forma correcta un violín, es decir que me rodeo con sus brazos. Utttaaa!!!!! La adrenalina me corría por todas partes y la cosa se ponía más interesante cuando me dijo que hasta la postura del cuerpo era importante para ejecutar bien el violín. Toco mis piernas para separarlas un poco y en ese instante mi super yo buga castrante, salio a flote y le dije que ya había entendido y que por el momento tenía sed. Me metí al edificio y me fui a refugiar con mi mamá. Ñaaa!!!! Error número 3!!! Deja que la experiencia de una lencha madurona y buenisima, te saque del armario. De esta forma, me causo bastante gracia, ir revisando mis diarios y percatarme que a veces la memoria es capaz de jugarte actos amnésicos. Muchas situaciones las había olvidado por completo, quizá en la necesidad y empecinamiento de evadir a toda costa la naturaleza lencha. Hoy son otros tiempos de mi vida. Asumí que me gustan las mujeres (y que). Mientras tanto sigo escribiendo más Diarios y les comparto a ustedes un rato de dicha y risa. Se despide Gia Az. Besos y hasta la próxima.

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1 Comments:

At 7:02 p.m., Anonymous Anónimo said...

Hola Hola!!!

La verdad es que estoy todo como medio apendejao bueno eso ya es de por si no? mas bien un poco ocupado por lo del viaje pero nunca es tarde salgo el lunes y si es posible hablame pa que nos veamos mañana viernes. Hay una pequeña despedida.

Te quiero

 

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