Lessventuras de GIA AZJE

Rainbow adeventures con mucho glam y glitter

10.10.06

La boda sin closet

Capítulo 1
Escrito por la biográfa oficial y autorizada
Las campanas repicaban cantando el inicio de una nueva unión. El sol, en el cenit del medio día, lanzaba destellos de luz sobre el grupo numeroso de personas que esperaban la salida de la pareja desposada y así arrojarles pétalos de rosas blancas sobre sus cabezas.
Gia esperaba ansiosamente el festejo del banquete. Le habían prometido presentarle a un par de hombres guapos; así que durante un mes imaginó encontrarse frente a un varón vestido elegantemente en traje oscuro, de cabello ondulado, manos masculinas y sonrisa que enloquecería su corazón. Comenzaba a impacientarse. Fotos con familia, fotos con amigos, fotos con los invitados de los invitados. Sonrisas para agradar a los demás.
Las altas zapatillas negras le incomodaban, recordó los consejos de su madre: ponte unos zapatos cómodos, la celebración de la boda puede ser muy larga; pero no, Gia se empecinó en comprar un calzado que le hiciera lucir sus piernas torneadas. Estaba dispuesta a sufrir las inclemencias de la belleza. Recorrió un montón de tiendas exclusivas para hallar el vestido exacto. Después de caminar por una hora, encontró en un aparador la prenda perfecta. Un vestido de seda color verde, entallado en las caderas y que llegaba un poco más arriba de las rodillas. Estaba ahí esperándola pacientemente. El precio no le importó, la tarjeta de crédito aún la pagaba Papá.
La pareja de novios, ella envuelta en color blanco y él empoderado en su traje azul rey, finalmente se subían al lujoso automóvil que los llevaría al banquete. Los invitados desordenadamente se ponían de acuerdo para dirigirse al mismo sitio. Gia sólo observaba, buscaba encontrar la respuesta de su mayor deseo. Hasta ese momento lo único agradable era percibir la brisa húmeda que dejaban caer las nubes blancas del inmenso cielo que brillaba aterciopeladamente.
De repente una de sus amigas la jalo del brazo, llamando su atención para presentarle a una chica que había llegado tarde a la ceremonia religiosa.
- Te presento a Julieta, fue mi compañera en la carrera de psicología. Julieta, ella es Gia de quién tanto te he platicado.
Las dos enlazaron sus manos e intercambiaron besos en la mejilla. En ese instante Gia no se percato del hermoso vestido rosado de Julieta, ni mucho menos de cómo resaltaba su piel bronceada parecida a una espigada estatuilla.
El grupo de chicas se subió a un taxi y viajaron apretujadamente en el transcurso de 10 minutos. La mayoría de ellas estaban emocionadas, reían y hacían acalorados comentarios sobre la aparición de conocidos que no tenían nada que ver con lo que fueron en el pasado.
- ¿Vieron a Carlos? Se puso mega gordo.
- Eso no es nada, a María Fernanda parece que le hizo mucho daño comer demasiada papa alemana. Ja, ja, ja.
Llegaron al hotel indicado para la celebración del banquete. De inmediato, al mostrar su invitación con lujosas letras selladas en oro, fueron llevadas a su mesa asignada. Al mirar que sólo se encontraba acompañada de mujeres, Gia se sintió decepcionada y timada. Había depositado sus anhelos en esa fiesta. La vida, irónicamente, seguía rodeándola de esencia femenina. Necesita demostrarse a ella misma que podía corregir el rumbo de su camino. No más elecciones. No más evidencias de verdaderos sentimientos.
Mientras los platillos eran colocados para que los asistentes se deleitaran con diversos sabores, la música de un cuarteto de cuerdas ambientaba los diálogos en cada mesa. El menú, celebrado por muchos, consistió en rollitos thai, crema de albahaca con manzana verde, pechuga de pollo al balsámico con espárragos, arroz salvaje con mango, triángulo de chocolate y blintzes con blueberry. Los detalles no le importaban en lo más mínimo a Gia, seguía observando en su entorno para ver si vislumbraba la presencia del hombre elegido pero pasaron el vals nupcial, el arrojo del ramo y todas las expresiones cursis del festejo. Nada surgió. Con cierta molestia y desgano aceptó ponerse de pie y bailar en grupo con sus amigas. Al pasar tres canciones, harta de tanta superficialidad de historias desconocidas, prefirió ensimismarse en la barra de cócteles.
Primero se tomó una margarita, le siguió otra y después, para sentirse viva, bebió dos caballitos de tequila. El alcohol comenzó hacer efecto contrario a la alegría. Miraba con recelo como muchas parejas se hacían mimos y creyó que la realidad se estaba burlando estrepitosamente de su soledad. En ese instante se colocó a su lado Julieta. Una aburrida Gia, le permitió conocer un poco de su existencia a través de banalidades. Su color favorito, la ciudad preferida de sus viajes y libros que dejaron lecciones para el corazón.
Cuando la celebración estaba en su máximo, Gia se despidió de sus amigas pretextando un fuerte dolor de cabeza.
- No se preocupen, me voy al hotel para descansar un poco. Allá las espero.
Casi a punto de salir de la boda, su amiga la alcanzó en compañía de Julieta. La chica también tenía reservación en el mismo lugar. Gia haciendo una reflexión de todos sus últimos movimientos, advirtió que la joven siempre intentaba llamar su atención y adherirse a ella como goma de mascar.
Tomaron el segundo taxi del día y llegando al hotel se despidió indiferentemente de Julieta. La tristeza se carcomía las lagrimas y no deseaba que nadie la observará sumergirse aún más en sus sueños caídos.
Al pasar exactamente 20 minutos, tocaron su puerta y apareció una vez más la figura de Julieta quien la animaba para cambiarse de ropa y salir a conocer el centro de la ciudad. Ha regañadientas aceptó, con la condición de que la esperará pues tomaría un rápido baño para quitarse el engorroso peinado.
La actividad sabatina las invitó a quedarse en un pequeño bar. Comenzaron degustando el sabor de una cerveza noruega. Para ese momento Gia ya se encontraba relajada, aunque guardaba un poco de resignación. Quizá por algo no había encontrado a su alma gemela en la boda pero se la estaba pasando muy bien charlando con Julieta.
Unas cervezas más ayudaron a desinhibir su personalidad. Gia le contó algunos recuerdos de su infancia, aquellos cuando acompañaba a su madre en las giras cortas por el país y también de cómo disfrutaba mirar las mariposas de colores que se posaban frente a la ventana en la cabaña de campo de su padre. Por su parte, Julieta relató un gracioso acontecimiento de su época adolescente. Los padres accedieron a que se fuera de camping con unos amigos, dos días después tuvieron que ir por ella a un pueblo perdido porque habían gastado todo en bebida sin tener dinero para regresar.
El reloj marcaba las once de la noche, hora temprana para un viaje de placer. Aunque Julieta no estaba muy de acuerdo regresaron al hotel. Gia agradeció su compañía y cerró la puerta de su habitación pretendiendo clausurar toda posibilidad de algo que era más que obvio.
Se quitó las botas de piel, desabotonó su blusa, sacó el cepillo de dientes de la maleta y suspirando por haber vencido cobardemente la batalla de sus miedos, en ese instante alguien abrió tímidamente la puerta que había cerrado apenas cinco minutos atrás. Era Julieta quien le decía:
- He tenido ganas de hacer, lo que voy hacer en un momento, desde que nos presentaron. Si me marcho sin haberlo hecho, probablemente no pueda dormir en muchos días porque sé que dejé ir la oportunidad.
Julieta se acercó lentamente a Gia. Acarició su rostro y finalmente la beso en los labios.
Con ese pequeño beso, Gia concibió que su naturaleza no la podía ocultar por más tiempo. El arcoiris siempre estuvo en su corazón, en la palma de sus manos, en su sexo, en sus labios, en sus pensamientos, en sus deseos y anhelos. Por vez primera dejó la puerta del closet abierta para salir de él.

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4 Comments:

At 11:30 p.m., Blogger ProzzaC said...

No manches... esta chidisimo me gusto mucho.
Neta.
Neta que esta muy lindo.
Besos.
sigue asi.
:)

 
At 2:45 a.m., Anonymous Anónimo said...

Si la verdad es que su vida es como una caja de monerias (también con muchas Monas) pero aquí entre nos, le costo bastante salir del armario de barbie. Más adelante pasare otros relatos de su Biografía Autorizada.

 
At 1:04 p.m., Anonymous Anónimo said...

jeje, q lionda t has d ver visto, kon vestido,niña, muaaa, lindisimos tus eskritos, besos, byes

 
At 1:05 p.m., Anonymous Anónimo said...

jajaja, zas me ekivoke, es q onda, jejeje

 

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